Elaborado por Ángel Stival, publicado en La Voz Del Interior
Córdoba, Argentina, Jueves 24 de abril de 2003
Una biblioteca escolar rescata tres mil libros abandonados
“¿Saben cuál es la mejor manera de llegar a Troya?”, preguntó Ramoncito a Dieguito frente a los alumnos de la escuela provincial Gobernador Amadeo Sabattini, de sus papás, maestros y otros curiosos. Los dos títeres de mesa que magistralmente se movían con las manos y las voces del grupo “Marotte en fuga” recibieron, desde la platea, innumerable cantidad de arriesgadas respuestas. “¡En monopatín, en bicicleta, en avión...!”, se escuchaba. “No se viaja en auto ni en triciclo ni en tren. Se puede ir en un libro”, dijo Ramoncito, un cieguito entrado en años que lucía barba y cabellos canosos. Así, los títeres transportaron a los presentes hasta tierras troyanas con Ulises como protagonista de la mítica Odisea.
La inauguración de la postergada biblioteca de la escuela Sabattini fue la excusa perfecta para que titiriteros, narradores y dibujantes se dieran cita en el colegio de barrio Yapeyú para dar la bienvenida al salón que alberga a partir de ayer a más de tres mil libros.
Un tesoro guardado
Los ejemplares, en su mayoría sin estrenar y entregados por el Plan Social promovido en el primer gobierno de Carlos Menem, estaban abandonados hace 10 años a la suerte de nadie. Hasta que la directora del establecimiento, Cristina Berasategui, decidió emprender el rescate. Así, jefas y jefes de familia ayudaron a pintar y acondicionar una enorme ex aula para la biblioteca “Rayito de luz”. Además, con la ayuda de la cooperadora, del Gobierno y el aporte monetario de los directivos, se prepararon los armarios y estantes y se clasificó y ordenó el material.
“La biblioteca es el corazón de una escuela. Muchos piensan que no hay que usar los libros para que no se rompan, pero los libros, obviamente, son para usarse”, indicó Berasategui.
La inauguración no dejó de ser un acontecimiento para el barrio y para colegio al que asisten niños de escasos recursos.
“Los libros estaban, pero nadie los usaba”, explicó una maestra. Y añadió: “Tener una biblioteca es muy importante porque aquí vienen chicos que no tienen acceso a los libros en su casa y tener esta posibilidad aquí es una motivación”.
Carina, mamá de dos alumnos –uno en jardín y otro en segundo grado–, explicó que la biblioteca significaba un gran progreso. “Es lo máximo que pasó en la escuela. Aquí los papás no podemos comprar libros y una biblioteca es la posibilidad de acercar a los chicos un mundo que de otra forma no alcanzarían”, subrayó.
Un viaje en libro
La biblioteca quedó inaugurada oficialmente cerca del mediodía cuando sus dos madrinas, las profesoras Ivanna Alochis y Ana María Florit, dijeron algunas palabras y se descubrió una placa. La flamante biblioteca –que ayer recibió varias donaciones– podrá ser usada por el Ipem 5 que funciona en el turno tarde y, posteriormente, se abrirá a la comunidad barrial.
Cuando comenzó la fiesta desatada por la “reaparición” de los libros, se presentó un duende –en las palabras de Enrique Escobar, un abogado y narrador perteneciente al grupo “Vení que te cuento”– que robó la memoria de las abuelas que cuentan cuentos y que después de mucho andar y engordar, no pudo evitar que las memorias volvieran volando a cada anciana que comenzó a escribir su historia en papel para dar nacimiento a los cuentos de la biblioteca “Rayito de luz”.
Luego, el dibujante Oscar Salas desató gritos de júbilo entre los niños cuando un elefante, una vaca coqueta y un barco pirata, entre otros, aparecían mágicamente con trazos rápidos en un papel blanquísimo. La consigna era reconocer los personajes para que, después, cada alumno elaborara un cuento con los actores creados.
Por último llegó la travesía imaginaria de la mano de los títeres, con ejércitos, luchas, el mítico caballo troyano y la quema de la ciudad que popularizó la frase: “Arde Troya”. Con él, los chicos quedaron absolutamente convencidos de que los viajes en libro son los más seguros y maravillosos. “La biblioteca está muy buena”, dijo Jonathan antes de revelar con una sonrisa pícara que, en realidad, no estaba muy acostumbrado a leer.
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Una biblioteca escolar rescata tres mil libros abandonados
“¿Saben cuál es la mejor manera de llegar a Troya?”, preguntó Ramoncito a Dieguito frente a los alumnos de la escuela provincial Gobernador Amadeo Sabattini, de sus papás, maestros y otros curiosos. Los dos títeres de mesa que magistralmente se movían con las manos y las voces del grupo “Marotte en fuga” recibieron, desde la platea, innumerable cantidad de arriesgadas respuestas. “¡En monopatín, en bicicleta, en avión...!”, se escuchaba. “No se viaja en auto ni en triciclo ni en tren. Se puede ir en un libro”, dijo Ramoncito, un cieguito entrado en años que lucía barba y cabellos canosos. Así, los títeres transportaron a los presentes hasta tierras troyanas con Ulises como protagonista de la mítica Odisea.
La inauguración de la postergada biblioteca de la escuela Sabattini fue la excusa perfecta para que titiriteros, narradores y dibujantes se dieran cita en el colegio de barrio Yapeyú para dar la bienvenida al salón que alberga a partir de ayer a más de tres mil libros.
Un tesoro guardado
Los ejemplares, en su mayoría sin estrenar y entregados por el Plan Social promovido en el primer gobierno de Carlos Menem, estaban abandonados hace 10 años a la suerte de nadie. Hasta que la directora del establecimiento, Cristina Berasategui, decidió emprender el rescate. Así, jefas y jefes de familia ayudaron a pintar y acondicionar una enorme ex aula para la biblioteca “Rayito de luz”. Además, con la ayuda de la cooperadora, del Gobierno y el aporte monetario de los directivos, se prepararon los armarios y estantes y se clasificó y ordenó el material.
“La biblioteca es el corazón de una escuela. Muchos piensan que no hay que usar los libros para que no se rompan, pero los libros, obviamente, son para usarse”, indicó Berasategui.
La inauguración no dejó de ser un acontecimiento para el barrio y para colegio al que asisten niños de escasos recursos.
“Los libros estaban, pero nadie los usaba”, explicó una maestra. Y añadió: “Tener una biblioteca es muy importante porque aquí vienen chicos que no tienen acceso a los libros en su casa y tener esta posibilidad aquí es una motivación”.
Carina, mamá de dos alumnos –uno en jardín y otro en segundo grado–, explicó que la biblioteca significaba un gran progreso. “Es lo máximo que pasó en la escuela. Aquí los papás no podemos comprar libros y una biblioteca es la posibilidad de acercar a los chicos un mundo que de otra forma no alcanzarían”, subrayó.
Un viaje en libro
La biblioteca quedó inaugurada oficialmente cerca del mediodía cuando sus dos madrinas, las profesoras Ivanna Alochis y Ana María Florit, dijeron algunas palabras y se descubrió una placa. La flamante biblioteca –que ayer recibió varias donaciones– podrá ser usada por el Ipem 5 que funciona en el turno tarde y, posteriormente, se abrirá a la comunidad barrial.
Cuando comenzó la fiesta desatada por la “reaparición” de los libros, se presentó un duende –en las palabras de Enrique Escobar, un abogado y narrador perteneciente al grupo “Vení que te cuento”– que robó la memoria de las abuelas que cuentan cuentos y que después de mucho andar y engordar, no pudo evitar que las memorias volvieran volando a cada anciana que comenzó a escribir su historia en papel para dar nacimiento a los cuentos de la biblioteca “Rayito de luz”.
Luego, el dibujante Oscar Salas desató gritos de júbilo entre los niños cuando un elefante, una vaca coqueta y un barco pirata, entre otros, aparecían mágicamente con trazos rápidos en un papel blanquísimo. La consigna era reconocer los personajes para que, después, cada alumno elaborara un cuento con los actores creados.
Por último llegó la travesía imaginaria de la mano de los títeres, con ejércitos, luchas, el mítico caballo troyano y la quema de la ciudad que popularizó la frase: “Arde Troya”. Con él, los chicos quedaron absolutamente convencidos de que los viajes en libro son los más seguros y maravillosos. “La biblioteca está muy buena”, dijo Jonathan antes de revelar con una sonrisa pícara que, en realidad, no estaba muy acostumbrado a leer.
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